Esto no es un fabuloso destino, lo siento, debí haberme detenido.
Esto no es un fabuloso destino, lo siento, tampoco lo será.
Esto no es un fabuloso destino, lo siento, no hay campanas, ni cuadros que hablan, ni madres que regañan, ni fantasmas, ni vejez.
Esto no es un fabuloso destino, lo siento, ya debo irme, lo siento, no sé qué hago aquí.
En el piso perdido entre mi vomito, perdoname Dios por he pecado.
Aveces siento que conozco a todos a los que jamás conoceré, como si sólo fuera un pedazo de carne. Así que trae tu cuchillo y tenedor y hay que comer.
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