viernes, 29 de mayo de 2009

tarde

Tranquilo, no te voy a molestar. Mi suerte estaba echada, ya lo sé, y sé que hay un torrente dando vueltas por tu mente. Lo nuestro sólo fue casualidad, la misma hora, el mismo boulevard. No temas, no hay cuidado, no te culpo haber pasado.

Ya lo ves, la vida es así, tú te vas y yo me quedo aquí.

No sé, no digas nada, de verdad. Si ves alguna lagrima, perdón. Ya sé que no has querido hacer llorar a un gato herido. Si alguna vez nos vemos por ahí, invitame a un café y hazme el amor. Y si ya no vuelvo a verte, ojalá que tengas suerte.

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